Despelote

La fotografía del colapsado avión de Aeropostal sobre la pista del aeropuerto Manuel Carlos Piar de Ciudad Guayana con las dos turbinas despegadas y descolgadas del fuselaje de la aeronave ha sido una de las gráficas más elocuentes para ilustrar cómo la negligencia, el despilfarro, el desorden, el marasmo, en síntesis, el despelote se ha apoderado olímpicamente de todo lo que corresponde al Gobierno, sus dependencias, sus instituciones y sus empresas. Porque este es apenas uno más de un inmenso inventario de desatinos y de irresponsabilidades superlativas que afectan la vida de los venezolanos de hoy. El caso del accidente del vuelo 0342 es particularmente diciente, porque los afectados del vergonzoso episodio son ciudadanos, 90 compatriotas que pusieron sus vidas en manos de una empresa manejada por el sector público, como lo hacen tantos otros a diario en las varias unidades de transporte que administra la revolución bolivariana. Referirse a empresas o instituciones suena demasiado impersonal al hablar de tales responsabilidades. Son funcionarios gubernamentales en todos los niveles: ejecutivos, empleados, contratistas de carne y hueso, técnicos y obreros, los actores de desastres como estos que hoy podrían tener a cerca de un centenar de familias enlutadas. El tamaño de esta protuberante irresponsabilidad es monumental. Casos como este tienen un po tencial de destrozo enorme sobre el turismo y la confiabilidad en el transporte aéreo en general, pero su alcance es bastante más que la lesión a un sector...

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