Expectante esteticismo

Dos obras de Leyson Ponce se refieren a visiones disímiles y a su vez coincidentes de la danza expresiva concebida por el autor. Una refleja motivaciones muy cercanas a sus intereses actuales: la organicidad del movimiento y la forma depurada del gesto. La otra contiene un vocabulario teatral con una narrativa implícita y una codificación corporal violenta. La reciente temporada de Dramo sala Horacio Peterson de Unearte presentó ambas piezas dentro de una propuesta escénica compartida. La primera lectura es la individual, pero una valoración conjunta resulta igualmente posible, dándole el nombre de Dra mosapiens al proyecto. A principios del siglo XX la danza occidental anunciaba la muerte del cisne a través de uno de los actos escénicos más cortos de la historia. Más de 100 años después, Ponce proclama la vigencia de ese mito indestructible. Nace un cisne, título que confronta al referencial de Mikhail Fokine, resulta una acción inquietante conceptual y estéticamente. Su creador propone una mirada al ave mítica y simbólica desde los postulados expresivos y formales de la posmodernidad. Mucho de aborigen y de ambiguo tiene la criatura gestada por Ponce. Su intención no es el vuelo, ni la levedad, sino la gravedad y el contacto perturbador con las energías de la naturaleza. Su cisne no es etéreo, lírico, ni trágico. Su condición terrena es consecuencia de convulsiones internas, de indagacio nes en estadios profundos que, finalmente, lo conducirán hacia la liberación. Este inédito mito comparte su apego a la tierra y su espíritu de riesgo con el ave creada por Mats Ek y el tratamiento impreciso, entre bondadoso y perverso, así como el formalismo plástico propuestos por Matthew Bourne. Hecha a...

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