Aberración antipatriótica

Ala señora Ana le mataron a su hijo mayor, de 22 años de edad. Hace poco le secuestraron a su otra hija, de tan sólo 18 años, para obligarla a sacar plata de los cajeros automáticos. Desesperada, temiendo perder también a su niña, vendió todo y se fue a vivir a Madrid. En el aeropuerto se despidió llorando de su tierra amada. Es más venezolana que el mondongo, pero huyó aterrada. En septiembre trató de inscribirse para votar. No pudo. No puede. Para votar en nuestras elecciones necesita que otro gobierno la autorice. ¡Sólo podrá ejercer su condición de venezolana si la autoriza el Gobierno de Madrid! Una aberración antipatriótica, antinacional. Bonita forma de celebrar el bicentenario de la patria. Por nacimiento o adopción to dos pertenecemos a algo: familia, partido, club, religión, tribu o nación. Esa pertenencia nos identifica y nos distingue, nos da referentes sociales, culturales y psicológicos; nos da cohesión y un código compartido. El sentido de pertenencia es el sentimiento más poderoso. El patriotismo, sin extremos, es la expresión nacional del sentido de pertenencia. Basta con oír el Alma llanera cuando estamos en el extranjero o ver las calles vacías cuando juega la Vinotinto para saber que hay una fuerza magnética que nos une como nación por encima de las diferencias. Todo Estado responsable tra ta de fortalecer su nacionalidad. Estimula y fortalece los nexos culturales, la ciudadanía compartida y el orgullo por el país. Por eso países europeos reconocen como ciudadanos incluso a los nietos de emigrantes, aun cuando ellos...

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