Involuntaria e innombrable

Dos discursos femeninos desde lo corporal coincidieron en un mismo tiempo, aunque en espacios de representación distintos. Las visiones de ambos actos escénicos apuntan a la introspección en ámbitos complejos en los que subyacen particulares conflictos de género. Claudia Capriles y Haydeé Pino revelaron sus frágiles universos de soledad e incomunicación, además de intereses compartidos por el abordaje plástico del movimiento. La danza involuntaria de mi voz emerge... llegó, lue go de su tránsito por escenarios no convencionales, a la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, hecho que permitió una valoración diferente de este unipersonal concebido inicialmente para reductos experimentales. Claudia Capriles hilvanó uno a uno 7 personajes, que no son tales realmente, si no sensibilidades y estados emocionales tratados desde una intrincada razón. La bailarina se desplaza íngrima por la amplia escena que luce en principio inmensa e inabarcable. Se detiene para dar corporeidad a distintos impulsos convertidos en perturbadoras imágenes escénicas que transmiten, refinamiento impostado desvestida, naturalidad salvaje ave-eva, extremo vacío me siento-sola, precario equilibrio menos-turbada, desconcertante conservadurismo ana-crónica, actitud claudicante y-complaciente y desesperado aferro recli-nada. El espacio escénico con cebido por Rafael González, de impoluto blanco y tenues reflejos de luz, es intervenido por las sutiles imágenes electrónicas creadas por José Reinaldo Guédez que otorgan identidad propia al elaborado manifiesto de cada entidad femenina. El riguroso formalismo visual de la obra se inserta sin contradicciones con la densidad del concepto, cuyo sustrato poético resulta determinante. La voz de la...

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