La diplomacia inútil

El espantoso atentado del que fueron víctimas altos funcionarios de seguridad del Gobierno de Siria tiene un notorio componente de desesperación. Frustración, quizá, es lo que expresa mejor el sentimiento que viene experimentando el lado rebelde de ese país ante la esterilidad del esfuerzo de Naciones Unidas por ponerle fin a un conflicto bélico que ha cercenado 1.7000 vidas. 17 meses han transcurrido sin que el ente creado para velar por la paz haya podido idear una fórmula capaz de contener el desangramiento orquestado por el más cruel de los criminales en vida. ¿Al fin este golpe duro a la no menclatura siria va a impulsar un cambio radical en la situación de ese país? La realidad es que las vidas que cobró la explosión mortal como consecuencia de una traición intestina dentro las filas del autócrata no son suficientes para hacer mella definitoria. En primer lugar, Al Assad y sus secuaces no tienen otra alternativa que continuar con la masacre de manera de mostrar capacidad destructora y de hacer evidente ante los insurgentes que el poder de guerra no lo tienen los alzados en armas, sino la oficialidad, lo que es una verdad monumental. La segunda es que los desaparecidos funcio narios del régimen como consecuencia de este atentado, a pesar de tener una importante talla jerárquica en el Gobierno, no son los estrategas responsables de la política disuasiva del régimen. Así que el golpe de entusiasmo que hoy se manifiesta entre los rebeldes por los resultados de tal...

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