Las jugarretas

No hay manera de que el Consejo Nacional Electoral se componga y actúe con la mínima dignidad que le exigen los electores y los partidos. En estos comicios han surgido quejas de parte y parte: nadie en el oficialismo y en la oposición está satisfecho con el trabajo de los "rectores" y mucho menos por el deterioro de la imagen y de la credibilidad de ese organismo incapaz de insuflar ánimo a los votantes.

En Venezuela casi se puede decir que el CNE se está convirtiendo en un estorbo a la hora de votar directa y tranquilamente, sin tantos inconvenientes técnicos, enredos legales e incomodidades. Lo cierto es que este equipo de señoras y de un señor que actúa más bien como invitado porque las damas no le prestan atención, inventan cuestiones y tecnicismo de última hora y cambian las reglas del juego.

Ha sido tal el enredo que han armado que ni siquiera el PSUV y sus aliados se sienten favorecidos. Al contrario, están como plancha de chino porque de tanto enrollar las cosas el CNE ha logrado espantar a los militantes y simpatizantes bolivarianos de las mesas de votación.

Ayer recordábamos la pobreza o la inexistencia de una campaña del CNE para convencer a los venezolanos para que acudieran a votar. No se hizo nada extraordinario, nada sobresaliente, nada que convenciera real y rotundamente a los ciudadanos para que sopesaran muy bien su anticipada intención de alejarse de las mesas de votación.

Esa ausencia de entusiasmo no fue percibida por los veteranos "rectores" y, más bien, no le dieron cuerda al reloj para que se atrasara un poco más de lo que ya estaba atrasado: la abstención se igualó a la...

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