El suspiro le da vida al merengón

Los merengones que más gustan son el de guanábana y el de níspero, los mismos que se preparaban durante la Colonia, cuando era postre de gente pudiente, tanto por los ingredientes como por el trabajo que exigía. Acompañó en esa lista al brazo gitano de guayaba, al bienmesabe de coco y al quesillo de piña.Es lo que dice el capítulo Dul cería Criolla del Cuaderno de Cultura Popular, editado por la Fundación Bigott, recuerda Luis Eduardo Ascanio, de Aguademaíz, empresa que ofece platos venezolanos por encargo.El de Elena Iturriza, mi socia, es de los mejores; sigue la receta de su tía Felicia Calcaño, quien ganó fama en Caracas por su merengón, asegura Ascanio.El secreto está en el suspiro.Para su preparación Iturriza sigue la técnica francesa: agrega el azúcar poco a poco a las claras de huevo y mezcla a alta velocidad. Cuando alcanza el punto de nieve adecuado extiende la mezcla sobre papel de aluminio engrasado con una paleta repostera, cuida que no quede muy grueso y la lleva a un horno caliente por alrededor de 35 minutos.De allí sale un suspiro de cor teza firme, cremoso y húmedo por dentro y dulce como panal de abejas, destaca el cocinero, para quien la técnica debió comenzar a utilizarse en Venezuela a partir de la época de Guzmán Blanco, cuando lo francés...

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