¿Comenzó la transición?

Nicolás Maduro hablaba hace una semana con un grupo de damnificados en cadena de ra dio y televisión. Escena habitual de los tiempos que corren, pero en esta ocasión con un guiño inesperado: pocas horas más tarde, Maduro se reuniría en Miraflores nada más y nada menos que con representantes de Empresas Polar, buque insignia de la burguesía fascista. Quizá para justificar la incongruencia y prevenir posibles críticas del sector más radical del chavismo, el Presidente interrumpió de pronto su perorata y advirtió que aprovecharía la oportunidad del encuentro para decirle a Lorenzo Mendoza cuatro verdades en la cara.¿Se las dijo? Por supuesto que no. Más bien ocurrió todo lo contrario. Según declaró el propio Mendoza, la reunión de Miraflores fue muy cordial. Por su parte, el vicepresidente Jorge Arreaza y el ministro de Finanzas, Nelson Merentes, informaron a la prensa que la reunión fue franca y sincera y que en ella se acordó mantener una comunicación fluida y reuniones mesas de trabajo en los próximos días. Por último, ambas partes coincidieron en señalar que la verdadera causa de la escasez fue que ha habido una sobredemanda de productos alimenticios. No se mencionó ninguna campaña de sabotaje por parte de la ultraderecha, ni la incapacidad sistemática del Go bierno para hacer las cosas bien.Sencillamente se prefirió insistir en la excusa de las compras nerviosas, fomentadas en este caso por algunos medios de comunicación. Conclusión, anunció Arreaza impasible, Alimentos Polar y el Gobierno se comprometieron a producir y distribuir oportunamente. Vaya, borrón y cuenta nueva. O como sentenció Maduro dos días más tarde desde Barinas: Tú, Mendoza, a producir, y yo a gobernar. ¿Colorín, colorao, este cuento de revolución y contrarrevolución se ha acabao? Se trata, a todas luces, de un decisivo golpe de timón. Como si Maduro, deslastrado de Jorge Giordani y asido con desesperación al pragmatismo de Merentes, finalmente hubiera comprendido que la retórica tremendista del socialista no sirve para eludir el abismo hacia el que se precipita vertiginosamente el autobús de la revolución, porque lo que importa, como decía Deng Xiaoping, no es el color del gato, sino su capacidad para cazar ratones.O sea, que ahora es que hay revolución y chavismo para rato, pero en adelante, camaradas, zapatero a tus zapatos. Primer paso de una súbita negociación iniciada bajo el signo de los fenómenos inevitables de la...

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