Sin nada

El frenazo al borde del abismo se sintió hasta en los insondables vericuetos de la Misión Vivien da, en los que por arte de birlibirloque un armador de cabillas gana más en dos días que un médico de El Algodonal en cinco años, y nadie sabe qué matemáticas aplican: los edificios, aunque torcidos y desnivelados, no se caen y siempre los administradores tienen fondos para compensar los excesivos gastos de personal. Uff.Es un frenazo revolucionario, dialéctico, que pretende conjugar los intereses del socialismo con los beneficios del mercantilismo más crudo y del capitalismo explotador más salvaje. Un salto al particular estalinismo que le ha permitido a China rescatar de la penuria a más de 300 millones de campesinos, pero todavía les falta un largo trecho por recorrer: siguen pasando hambre y necesidades más de 3 veces esa cantidad.China no es una potencia, es un país subdesarrollado, como lo sigue siendo Rusia, a pesar de su masivo poder destructor, el tamaño de su ejército y la disposición de sus gobernantes de sacrificar a la totalidad de la población para garantizar su propia supervivencia. El sistema impuesto por Mao y sus sucesores no se inspira en Marx ni en sus supuestos cien tíficos, se apoya, sí, en las recetas que el Koba soviético perfeccionó para que su oprobiosa dictadura funcionara y se mantuviera.Con Deng Xiaoping el salto fue monumental. Ya no ser trataba de repartir el hambre entre todos, sino de producir alimentos en la mayor cantidad posible y cuanto antes. Mantener la dictadura del partido único y abrirse a los métodos de producción capitalista, con explotados y explotadores, fue la vía más expedita para salirse del...

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