Sumido en la inmovilidad

Estamos acostumbrados a tomar nuestro cuerpo por sentado. Si queremos cruzar la calle, se lo comunicamos sin pensar a nuestras piernas, y ellas, sin titubeo, nos llevan al otro lado. Rara vez se nos ocurre que para algunos hasta pararse es una hazaña, ya sea por vejez o por discapacidad. Para entenderlos, nos conviene sufrir algún revés físico. En mi caso, una artrosis en la cadera, que me obligó a operarme.Lo peor fue justo después de la operación, cuando tenía que estar por cuatro horas boca arriba en la sala de recuperación, sin poder moverme. Para poner mi inmovilidad en perspectiva, pensé en quienes han sufrido una de verdad. Por ejemplo, Tony Judt, el historiador inglés, a quien le diagnosticaron una devastadora enfermedad degenerativa. Quedó inmóvil hasta morir. No tenía dolor, podía hablar pero no podía mover un músculo, de manera que si le picaba la cabeza o la rodilla, no podía rascarse.Durante el día, escribió, en un memorable ensayo en el New York Review of Books, pue do por lo menos pedir una rascada, o que me muevan algún miembro. En la noche, ni eso.No sé qué pensaba Judt de Samuel...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR