Paraguachón como síntesis

  1. Era algo así como una pasarela de los más feos y destartalados automóviles del planeta. Todos de la misma generación. Los años setenta del siglo pasado. Conquistadores, LTD, Granadas, Ma libús. A unos les faltaba el parachoque delantero. A otros, el trasero. Unos rodaban con el capó abierto porque recalentaban. Otros, sin parafangos. O con el vidrio trasero sustituido por un plástico y mucho tirro.Llegué a ver incluso un chofer que manejaba sosteniendo la puerta con su mano izquierda para que no terminara de despegarse. Si se hubiese tratado de personas sería algo así como una procesión de desarrapados, tuertos, desdentados, mancos, amputados y jorobados. De inmediato pensé en Viridiana, la legendaria película de Buñuel.Todo esto ocurría, hace exacta mente un año, en Paraguachón, un punto extraviado de la geografía que hace de frontera por vía carretera entre Colombia y Venezuela. Entre el Zulia y el departamento de La Goajira. Eran más o menos las 12:00 del mediodía y bajo un sol inmisericorde, a unos 40° centígrados, kilométricas filas de motos, automóviles, camionetas pickup, camiones, gandolas y sus ocupantes aguardaban para atravesar la raya imaginaria que separa ambos países. Los vehículos encendidos, envueltos en el humo de los escapes, en medio de un asfixiante contrapunteo de cornetas.Mientras caminaba entre los carros detenidos co mencé a preguntarme a qué se parecía aquella escena catastrófica en medio de la cual, por razones que sería muy largo explicar, me encontraba como víctima y testigo. Al rato conseguí la respuesta: Al ensayo general del fin del mundo.2. Al atravesar la alcabala entendí de inmediato lo que ocurría. Aquellos carros moribundos, en otra época símbolo del nuevorriquismo venezolano, tenían algo muy valioso en La Goajira: unos tanques de gasolina gigantescos que modificados son capaces de cargar hasta cien litros. Por eso los mantienen con vida.La descomunal cola se hace porque los autos seten tosos van a ser ordeñados por los pimpineros colombianos. Una vez extraída la gasolina dan la vuelta en U para regresar de inmediato y así se va armando una especie de culebra que se muerde la cola y ya nadie puede transitar. El trancón es alucinante. Ni las inmensas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR