La historia absuelve

Arengando a seguidores del PSUV, Aristóbulo Istúriz escribió ensalzando el discurso de un joven que en su lucha idealista fue encarcelado y juzgado por incitar a lo que consideraba una necesidad inaplazable, recuperar la patria desamparada y la justicia envilecida por la tiranía que oprimía a su país.Ese joven enfrentaba valiente mente una vil dictadura. Como abogado, él mismo preparó el libelo de su defensa que comienza así: Nunca un abogado ha tenido que ejercer su oficio en tan difíciles condiciones; nunca contra un acusado se había cometido tal cúmulo de abrumadoras irregu laridades, y luego del argumento que delataba los atropellos, corrupción y desmanes del oprobioso régimen, culminó con una lapidaria frase: En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura...preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no le temo, como no temo la furia del tirano...Condenadme, no importa, la historia me absolverá.Este joven era Fidel Castro en 1953 ante el juicio a los asaltantes del cuartel Moncada que intentó derrocar al régimen del dictador Fulgencio Batista.Los argumentos del libelo, con el tiempo, se convirtieron en doctrina política del castrocomunismo y recientemente resultaron de inspiración para el régimen bolivariano chavista-madurista.Lo curioso de la historia es lo ajustado de sus alegatos expuestos por el indiciado en cada audiencia realizada en el ilegítimo juicio a Leopoldo López. El tribunal no le permite testigos a la defensa, intenta alterar el sumario, impide la atención médica apropiada, y no...

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