El abismo que no ven

Muy estimado presidente de visita en Venezuela, reciba una cordial bienvenida a este país que, como usted bien sabe, ha sido siempre hospitalario para los hermanos latinoamericanos, muy especialmente para los perseguidos por regímenes dictatoriales, quienes en la segunda mitad del siglo XX encontraron en esta tierra cobijo, trabajo, reconocimiento y, en ningún caso, complicidad con las tiranías ni asociación con bandas criminales. Su presencia entre nosotros nos honra y regocija. Por eso me dirijo a usted en términos de respeto para hacerle ver algunas realidades. Cuento con que tiene usted tanto interés por Venezuela como la democracia de este país demostró por el suyo durante varias décadas. Y no lo abrumaré con lo que ya sabe estoy segura de que no ignora que por estos lares no tenemos separación de poderes, detentados todos por su dicharachero anfitrión; que desconocemos las cuentas de la República, administradas por el folklórico como si fueran de su propiedad; que el Gobierno lo ejerce la clase dirigente más corrupta de América Latina, como acaba de certificar Transparencia Internacional; que los medios de comunicación Âen otros tiempos refugio de importantes periodistas desterrados son perseguidos por un régimen que ha ido haciéndose de un entramado de le yes para estrangular las libertades sin molestar las sensibilidades de los socios continentales; que el ritual electoral es degradado sistemáticamente por un Gobierno militarista, de linaje hundido en la felonía, que no oculta un grosero ventajismo y que humilla a la oposición con prácticas deleznables de las que no escapa el simpaticón de la cara hinchada, dado a insultar, espiar y amenazar a sus críticos. No nos detendremos en estas menudencias, que usted conoce al dedillo. Están a la vista del mundo. Y quién sabe si, con todos estos datos, usted se regocija de su propio retrato en contraste con el sedicente hijo de Fidel Castro. Al lado del primitivo de Venezuela, cualquiera es un estadista, ¿no, picarón? Vamos a lo que está menos de bulto. Se habrá maravillado usted de la tranquilidad de Caracas, con fama de ser una de las ciudades más convulsas del continente. Bueno que sepa que pocos días antes de su arribo, el ocurrente declaró el viernes 2 diciembre...

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