Adalber Salas: El poema es una criatura mutilada

La editorial colombiana Común Presencia acaba de editar el poemario más reciente de Adalber Salas, Heredar la tierra , dedicado a su hija Malena, que desde hace más de un año vive con su madre en Canadá.La paternidad me convir tió en un ser humano distinto; desde entonces los objetos, en vez de tener una sombra, tienen dos; con Malena aprendí a ver las cosas que nos rodeaban, no sólo como realidades, sino también como contenedores de cosas nuevas e insólitas.Ahora que ya no vivo con ella conservo esa mirada y así me le acerco, indica el autor que escribió desde esa visión dual el poemario inédito Mínimos y Heredar la tierra , al que ocupan tres temas: la necesidad de nombrar, la imagen del deterioro del cuerpo y las metáforas de la incapacidad del lenguaje para nombrar la realidad.--Parece que la destinataria de la mayoría de los poemas fuera su hija: el ser humano que aprende a hablar, a caminar, a hacerse de la realidad, intentando contenerla.--Sí. Los poemas no tienen título sino números justamente porque quiero que se difumine el interlocutor; ahora, desde mi orilla de autor confieso que hay algunos que son para mi hija, otros para mi novia y luego están los escritos para alguien indeterminado que yo mismo no conozco.--Pero la preocupación por el lector de los poemas ha estado presente desde sus primeros libros. ¿Cuál es su lector ideal? ¿Debe la poesía pensar en el interlocutor? --No estoy seguro de escribir pensando en un lector ideal, pero creo que cada poema sí tiene su interlocutor idóneo; en mi caso cada texto está pensado de forma consciente o inconsciente para alguien o algo, porque también a los objetos y las situaciones pueden estar dirigidos los poemas. Pienso que sí es necesario un interlocutor...

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