Adictos al control

Todo el mundo conoce a alguien que siempre quiere las cosas hechas a su manera. "Cuando hay una necesidad permanente de control, por lo general esa tendencia se asocia con inseguridad y problemas de autoestima: uno trata de compensar su falta de seguridad interior con un intento constante de controlar lo externo", dice el psicoterapeuta Jan Moller, profesor en el IESA de cursos de manejo del estrés, liderazgo y visión de sí mismo. "Por lo general, a los individuos controladores siempre les gusta tener la razón y sentir que tienen el poder sobre una situación o sobre las personas que lo rodean. No es raro que sean hijos de padres muy rígidos o que hayan vivido situaciones en las que se hayan sentido muy vulnerables. Son muy perfeccionistas y tratan de dirigir la forma en la que los demás actúan, piensan y sienten", dice el experto. "Son poco flexibles porque les cuesta admitir sus errores. En ese intento continuo por no perder el control, a veces culpan a otros o asumen una posición de víctimas para protegerse". Carlos Pittaluga, neuropsicólogo y profesor de inteligencia emocional en el IESA, agrega otros elementos. "Un controlador trata de conseguir su tranquilidad personal conquistando el ambiente en el que se mueve. Como es muy sensible a la crítica y teme fracasar, asume un liderazgo autocrático, sea con su familia o con sus compañeros. Más que hacerle seguimiento a las cosas, tiende a hacer un 'perseguimiento' que coarta su libertad y la de los otros". Los especialistas señalan que los problemas derivados del afán de control dependen directamente de la intensidad. "Controlar algo en una escala moderada puede ser un simple rasgo de carácter que no trae mayores consecuencias. Ser controlador no necesariamente implica un desequilibrio si eso no entorpece su vida o no causa desajustes en sus relaciones laborales y sociales. Pero si se trata de una característica exacerbada que perturba sus capacidades de adaptación o sus relaciones humanas, o que incluso afecta su salud, se requiere ayuda especializada", ilustra Pittaluga. "En las empresas, por ejemplo, uno les explica a quienes son o van a ser jefes, que centralizar más no significa ser un mejor líder. Hay que saber delegar y confiar". Vidas supervisadas. Convivir con un controlador puede tener sus ventajas. "Hay parejas muy bien avenidas en las que uno maneja las cuentas o planifica los viajes y el otro lo agradece porque detesta ocuparse de eso. Se complementan", ilustra Pittaluga. Sin...

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