Una alianza prometedora

La semana pasada un hecho de gran trascendencia se dio en la región latinoamericana. La Alianza del Pacífico se formalizó sin demasiada estridencia en el desierto de Atacama, en Chile, lo que demuestra la seria discreción que le han dado sus impulsores a uno de los más vanguardistas proyectos integracionistas continentales. Perú, México, Colombia y Chile se proponen dotar sus economías de un espacio activo de coordinación política, de interacción comercial, de promoción económica y de atracción de capitales basados en sus complementariedades, en su demos trada solidez económica y en su estable capacidad de crecimiento. Si la nueva alianza de los países ribereños del Pacífico se presenta como prometedora dentro del continente, lo que le otorga mayor potencia es que su foco de atención externo no se encuentra esta vez dentro del Hemisferio sino fuera de él, en la otra orilla del océano que lo separa de Asia. Ese es el espacio geográfico mundial de más potencial de crecimiento en los próximos años y ya nadie discute que a la vuelta de pocos años, China, el líder de la región asiática, superará en talla a Estados Unidos. Los tratados de libre comer cio existentes entre los países aliados configuran un buen punto de partida para mantener una estrecha relación entre unos y otros. No piensan los actuales asociados, sin embargo, ir más lejos que eso en lo institucional y esta apertura es una condición que elimina rigideces y facilita los contactos con países como China, su objetivo más inmediato. Sobre una base casuística, sin ataduras de otro género, sin secretarías, oficinas o presupuestos conjuntos, se irán armando proyectos concretos entre ellos y con sus pares asiáticos. Allí está...

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