Álvaro Bustillos visita el cálido telar de Juan Félix Sánchez

Junto con el grito, hacer cosas es la forma de oración más antigua que tiene el hombre. Con el grito y con las cosas, como con la escritura desde que existe, quiere el hombre poner un límite entre su frágil existencia y la fuerza avasallante de la vida. Delante de un tigre, en una selva, el hombre reza. Después, si puede, corre y se encarama. En 1941, tras la muerte de su madre, Juan Félix Sánchez se mudó a El Tisure, un pueblo lejano en los páramos de Mérida. Se fue allá para hacer oración, según sus propias palabras, y allí mismo años más tarde construyó una capilla de piedra. Con sus propias manos. En 1868 el mundo se con movió cuando un cazador informó de la existencia de las cuevas de Altamira, al norte de España. Las pinturas que se encontraron allí dentro, sobre la piedra, reconfirmaron que el hombre crea por lo menos desde el Paleolítico, es decir, desde tiempos inmemoriales. Un asombro parecido estremece cuando se ve la capilla de Juan Félix Sánchez. Entonces se lo llama sabio, místico, visionario, cuando acaso haya sido simplemente, antes que todo eso, un hombre que hacía cosas para acompañarse contra el tiempo. ¿Suena complicado? Es lo que sucede cuando se intenta interpretar lo que está a la vista y no exige nada excepto contemplación. Juan Félix Sánchez aseguraba ser una persona sin aspiración de nada. Una vez dijo que sólo quería dejar un recuerdo, y remató con dos de las palabras que más cuesta poner juntas: No sé. Al borde de ese no sé, que es la fronte ra que impone el misterio del mundo a toda pretensión de conocimiento humano, está la obra de Sánchez. Además de la capilla ella incluye esculturas y muebles. Y también tejidos. Son estos últimos, precisa mente, los que son noticia hoy. Y lo son porque la Sala TAC del Trasnocho Cultural, en Paseo Las Mercedes, Caracas, inauguró la exposición Juan Félix Sán chez. Del telar a la gráfica, que tiene como fecha de clausura el 31 de marzo de este año. Se tra ta de una gema engastada en medio de la fealdad nacional rampante, una joya museológica y museográfica: concepto claro y montaje impecable, que debe su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR