El Estado amable a veces

  1. Desde tiempos remotos Âiba a decir que desde Cristóbal Colón, pero se me hizo un poco exageradoÂ, el Estado ha sido, para nosotros, sinónimo de incompetencia, arbitrariedad, desidia, corruptelas y paremos de contar. Su reforma ha sido, pues, una aspiración casi eterna del país y no hay que olvidar que el presente gobierno llegó a ser gobierno enarbolando la bandera del nuevo Estado: honesto, eficiente, ligerito de equipaje, descentralizado y democrático, capaz de diseñar políticas adecuadas, de regular la convivencia social y controlar ciertos desmadres del mercado. II. Sin embargo, luego de más de una década de mando, lo que tenemos es un Estado estatista, si cabe definirlo así, con aspiraciones de estar en todas partes, vendiendo cemento y fertilizantes o atendiendo areperas, por decir algo, no importa que en algunas áreas en las que indiscutiblemente debe estar ¿debo, acaso, recordar el problema de la seguridad? sea casi un espejismo. Un Estado gordo y fofo, que ha convertido en empleados suyos a cerca de 2.500.000 venezolanos, lo cual significa un crecimiento de casi 80% con respecto a 1999. Un Estado debilitado en su capacidad de hacer bien las cosas, aupado por leyes voluntaristas que suponen, de un lado, una realidad chiclosa y maleable a placer y, del otro, un aparato público que está muy lejos de existir, por lo incompetente, lo torpe, desinformado, lento y enredado, para cumplir medianamente con sus deberes. Un Estado en manos de un Gobierno que se narra a sí mismo en términos superlativos y que, por efectos de la implacable ley sociológica del boomerang, termina siendo víctima de su propio discurso, convirtiendo lo que dice y no pasa en certeza y convicción. III .En fin, tenemos un Estado en cargado de grandes cosas, varias de ellas propias de una epopeya, pero inerme ante las llamadas, en el beisbol, jugadas de rutina, aquellas cuya realización debe darse por descontada. En el caso del sector público estas jugadas equivalen a tratar de asegurar las condiciones mínimas necesarias para que las cosas normales e imprescindibles de la vida ciudadana puedan ocurrir como Dios manda, verbigracia, que un tipo pueda gestionar su pensión o los permisos para montar un negocio sin sufrir...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR