Amanecer en La Guardia

Cómo llegar. Les doy las indi caciones tomadas de la página de la posada Chara. Al salir del distribuidor del aeropuerto se toma el próximo retorno a la izquierda, el cartel indica La Guardia-Juan Griego-Punta de Piedras. Al reincorporarse a la autopista, cruzar a la derecha en la salida La Guardia-Juan Griego, tomando la avenida Taguantar. Al llegar a la imagen de la Virgen María Auxiliadora, retornar a la izquierda y encontrarán a la derecha la entrada a La Guardia. Lo sabroso. Me gusta andar por los pueblos y amanecer en ellos. Conversar con los pescadores, acercarme a los calderos hirvientes de empanadas. En las tardes adoro sentarme en la acera a departir con la gente. Sería dichosa si mi vejez transcurre en un poblado cerca del mar como La Guardia. Tengo la casita visteada, pero no la puedo comprar. Me encanta como este sitio conserva sus tradiciones. Sin tráfico y sin afanes. La lentitud que añoro después de tanto frenesí. Cálidos recintos. Ese encanto lo han descubierto varios posaderos. Si bien el primer hospedaje no fue la posada Chara, si es su dueño el gran conocedor de La Guardia. A Francisco Jiménez le dicen Chicote, es nacido y criado en estos predios y por eso resolvió compartir recuerdos y encantos. Convirtió su casa Âen pleno centro en una posada sencilla, acogedora y muy familiar. Con 12 habitaciones, cada una con su baño, aire acondicionado, Direct TV y agua caliente. Una churuata para ver y oír el mar mientras desayunan. Si quieren almuerzos y cenas los solicitan con anticipación. Ofrece paseos a las tiendas, las playas, los pueblos y las iglesias. Como tiene el aeropuerto tan cerca, con toda gentileza los buscan y los llevan de regreso cuando tengan que tomar el avión. Es un sitio muy honesto y sabroso para quedarse. Tan es así que Lupe de Ma rín Âla dueña de la posada Los Chíparos lo recomienda cada vez que sus cuartos están copados. En Los Chíparos, metida prácticamente en el mar, me encanta la terraza de madera. Es el sitio perfecto para instalarse por horas a reflexionar sobre la levedad, frente a ese mar inmóvil donde llegan y salen peñeros y se ve Macanao al fondo. Las habitaciones pueden ser una tiniebla si cierran las ventanas. O luminosas de sol si abren y sólo dejan las cortinas. La habitación superior, con balcón, es atómica. Grandota, con su vestier, baño amplio y la terracita lanzada a la playa. Las comidas memorables son servidas en el comedor con ventanales a la terraza o en mesitas afuera. Es una...

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