Del animal que es tacto

El presentimiento de que entre las palabras contacto y sintaxis ocurre siempre algo, o algo está siempre a punto de ocurrir, quizás es más frecuente de lo que parece.En todo caso, es probable que se mejante expectativa tenga que ver con el vivir tentado por la posibilidad de alcanzar una imagen de lo que todavía no hemos tocado o no nos ha tocado, de lo que aun permanece y nos tienta desde más acá o más allá de nuestro tacto.Y tal eventualidad debería ser su ficiente para darnos cuenta de que, gracias a esa extremada posibilidad de contacto con el pensar y el lenguaje que desde la antigua Grecia llamamos poesía, nos es posible dar testimonio de tan ansiada y entrañable imagen. De manera que el poema vendría siendo, para quien esté dispuesto a medirse con él, nada menos que la imagen verbal de la siempre virtual imagen de todas las imágenes habidas y por haber.Todo esto he tenido la ocasión de evocarlo al leer El animal intacto, el libro que reúne los poemas y dibujos escritos a propósito por Enza García Arreaza, escogidos por ella para estrenarse como poeta, acabados de editar en Bogotá por Isla de Libros, y a cuyo bautizo esta noche todos nosotros tenemos el gusto de asistir. En efecto, lo primero que me hizo evidente la lectura de estos poemas es la distendida y pulcra relación que en ellos se entabla entre sus asuntos o temas y su modo de decir tales temas o asuntos; quiere decir, entre los motivos y las palabras que singularizan su habla poemática. Y esto, incluso en las escasas instancias de sus textos en las que adopta, para afirmar su réplica a los modos no deseados de estar vivo, el tono de una especie de interrogación: Cómo Si no tienes atenuantes Si eres un...

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