El año del cambio

El año que comienza no se perfila halagador en principio. Basta reparar en la catástrofe que nos rodea desde todos sus ángulos. Hay un desconcierto para quien se haga preguntas sobre el futuro. ¿Existe algún futuro? Creo en el porvenir pero de inmediato, decía el poeta Vladimir Maïakovski, quien se despidió de este mun do disparándose al corazón, cercado por las miserias de un socialismo que había ayudado a promover. El monstruo devoró todo su optimismo. ¿Cómo, si ha quedado absolutamente probada la desgracia de la izquierda, hay quienes insisten en patrocinarla? Durante los tiempos de la cortina de hierro, la nomenklatura soviética era el grupo privilegiado de los apparatchiks de la burocracia estatal y quienes se enriquecían con sus negocios. Disfrutaban de apartamentos estelares en el Kremlin, dachas en el campo, caviar, vodka, vacaciones en el mar Negro, calefacción y unos automóviles horrorosos. Había miseria por doquier y los enchufados que no faltan.Ese espantoso ensayo ha si do puesto en práctica en Venezuela después de haber quebrado al sector privado.Sin embargo, las simpatías políticas del pueblo están del lado de los demócratas. La pregunta continúa: ¿por qué seguimos gobernados por la minoría? Después del triunfo en las elecciones legislativas de 2015, ese resultado se malbarató. Los votantes perdieron la confianza en unos dirigentes que luego no tuvieron un criterio uniforme de si ir o no a elecciones. ¿Se entienden las protestas de calle de 2017 que...

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