Año de prueba

Si alguna percepción es unánimemente compartida al arrancar 2015 es que vivi remos un año especialmente difícil, exigente. Así será para todos, pero de manera particular para el liderazgo.No solo el político. También el económico, el académico, el empresarial, el laboral.No podrá ser de otra manera frente a las decisiones económicas que deberán ser asumidas y las consecuencias sociales y políticas que habrán de derivarse de ellas.Además de las condiciones propias del liderazgo, la situación que vivirá el país en 2015 exigirá de quienes aspiren a ejercerlo una actitud y un comportamiento excepcionales, cónsonos con tiempos de incertidumbre y turbulencia. Será la diferencia entre guiar con buena luz, en condiciones previsibles y mar en calma o hacerlo entre nubarrones, sorpresas y vientos encontrados.¿Qué esperar del liderazgo en las difíciles condiciones que se avecinan? Lo primero, honestidad, sinceridad, ape go a la verdad a todo riesgo, capacidad para interpretar tiempos y circunstancias y para proponer líneas de acción realistas, motivadoras y movilizadoras. Se impone como nunca un discurso y una conducta sin falsifi caciones, sin ocultamientos, sin estridencias, sin promesas imposibles de cumplir ni expectativas engañosas, generadoras unas y otras de frustración.Un comportamiento así exi girá claridad y valor: claridad para ver, para interpretar, para dar con la palabra o el gesto adecuados, para proponer caminos diferentes; valor para decir a tiempo y con fi rmeza, para convocar a la acción, para admitir las diferencias de criterio y de propuestas, para facilitar su confrontación, y muy especialmente para liberarse de la presión de las círculos de poder o del peso de los intereses personales o grupales.En los complejos momentos que habremos de vivir, del liderazgo se espera la construcción de un discurso que unifi que, con dimensión de país, no de facción, integrador sin desconocer las diferencias, conciliador sin concesiones en lo fundamental, capaz de interpretar a la gente y de ser correctamente interpretado. Un liderazgo dialogante, atento a escuchar a propios y extraños, con voluntad para negociar sin claudicar, con formación para proponer nuevas ideas más que de...

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