Los apagones

B asta con revisar rápidamente el escenario que el Gobierno ha dibujado en estos últimos días para combatir la crisis en el sector eléctrico para darse cuenta, por desgracia, de que el Gobierno no tiene la menor intención de reconocer su inmensa cuota de responsabilidad en la epidemia de apagones que nos ha caído encima por la ineptitud de la burocracia bolivariana.

A pesar de que el ministro de Energía Eléctrica, Alí Rodríguez, pasa por ser un marxista ilustrado, no ha hecho gala, en ningún momento, del mecanismo de la autocrítica tan a la mano siempre de socialistas y comunistas cuando quieren borrar sus errores.

Rodríguez ni siquiera ha hecho el aguaje politiquero de un mea culpa: actúa como si la cosa no fuera con él, como si acabara de desembarcar de un platillo volador y, cual marciano desorientado, comenzara a preguntar por qué hay tantos apagones en esta parte del planeta Tierra. Pone cara de palo y arremete contra los consumidores de electricidad ya sean estos de la clase media, comerciantes o industriales.

Para el Gobierno la cuestión reside en acusar a los demás de una crisis que ellos mismos han causado por su imprevisión y, desde luego, por su obsesiva y maniática tendencia dirigida a acabar con la gestión de la iniciativa privada, que manejaba con eficiencia la producción y distribución de energía en el país.

A Alí Rodríguez se le ha acusado de ser un diente roto y, por el camino que va, terminará siendo recordado más por evadir sus responsabilidades que por solucionar los graves problemas que han caído en sus manos. Y no tiene excusa alguna: durante la ya...

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