Un apellido

Aun buen amigo mío le tocó participar en la comitiva del presidente Carlos Andrés Pérez cuando éste visitó Arabia Saudita en los años setenta, durante su primer mandato. En una de la recepciones en Riad un diplomático saudita le preguntó si el apellido Pérez era en Venezuela símbolo de nobleza. La pregunta era pertinente. No sólo el Presidente sino la mayoría de los ministros de petróleo, que eran los que mayor trato tenían con los árabes, llevaban el apellido: Pérez Alfonzo, Pérez Guerrero, Pérez la Salvia. Sólo Mayobre, que era más morenito, había constituido una excepción. Mi amigo sonrió y contestó que, efectivamente, Pérez era un apellido nobiliario: representaba la nobleza del pueblo. Este domingo vamos a tener la oportunidad de votar por otro Pérez: Pablo. Él también representa la nobleza del pueblo. Lo que no quiere decir que con sólo llevar el apellido se garanticen las virtudes populares. Carlos Andrés, por ejemplo, tuvo muchas facetas y personalidades, unas mejores que otras. Pero a lo menos el patronímico da testimonio de la casta criolla y popular. Son los Pérez, los Hernández, los Martínez los que han construido este país, para bien o para mal. Ayudados por algunos hijos de inmigrantes como los Soublette, los Betancourt y los Leoni. Algunos de ellos, como los ya mencionados Pérez Alfonzo y Pérez Guerrero, venían de familias acomodadas, al igual que Bolívar. La mayoría, sin embargo, son de origen anónimo. Pero todos han sido macerados en la cepa nacional. Pablo Pérez Álvarez es un hom bre de origen y nobleza popular. Pero más que su origen se debe destacar su trayectoria. A pesar de su juventud ha recorrido un largo camino, siempre en defensa de los intereses de las mayorías nacionales. En el Zulia lo conocen muy bien y por ello lo respaldan abrumadoramente. En el resto del país lo estamos descubriendo y produce cada vez mayor agrado. Un maracucho sobrio es algo sorprendente. Un maracucho eficiente resulta rutinario. Si acaso es cierto, como repite Henrique Capriles Radonski, que Venezuela tiene más futuro que pasado, con él, con María Corina, con Leopoldo y con Pablo Pérez tenemos futuro asegurado para rato. Pero hay que comenzar con el presente. Y ese presente es pasado mañana. Se debe comenzar y acabar con el presente. Porque, lamentablemente, vivimos un presente que nos remite a un pasado remoto de caudillos, de militares y de guerras civiles. Si ponemos...

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