Apoyo masivo

El gobierno chavista sigue cometiendo errores en su estrategia para combatir el empuje y el apoyo creciente que reciben los estudiantes que se encuentran en huelga de hambre tanto en Caracas como en el interior del país. Los voceros oficialistas han intentado perjudicar la imagen de los jóvenes y el resultado es que han salido con las tablas en la cabeza. El vulgar argumento de que los huelguistas comen a escondidas no se lo ha creído nadie y más bien levantó una ola de rechazo incluso en los militantes del PSUV, que no se tragan esa mentira del tamaño de una torta de casabe.

Si bien el Gobierno tomó inteligentemente la iniciativa política al mandar allí al ministro Tareck el Aissami, un hombre joven y que sin duda estaba en capacidad de hacer empatía

con los estudiantes, no supo sacar provecho posteriormente a una situación que los favorecía en la búsqueda de una solución que todos quieren. ¿Por qué se torpedeó esa exitosa y sorpresiva presencia del Gobierno? ¿Por qué hicieron naufragar ese desembarco oficialista en el propio sitio de los acontecimientos? ¿Quien metió su mano peluda para dinamitar ese puente de consenso?

Puede que se diga que los estudiantes formularon exigencias extremas e imposibles de cumplir por el Gobierno. Pero esto lo sabía de antemano Miraflores, y si envió al ministro era porque estaba lo suficientemente informado para tratar esas exigencias en términos que pudieran definir una solución de consenso.

Nadie en su sano juicio puede pensar que los estudiantes en huelga de hambre son unos fanáticos que se declaran sordos y mudos ante las proposiciones oficialistas que puedan colocarse...

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