Aprendiz de brujo

Como ya casi nada se produce en el país, el gobierno, que pretende monopolizar las importaciones de todo tipo de bienes, ha desatado una implacable ofensiva contra el comercio como parte de una "guerra" declarada unilateralmente y defendida a ultranza con argumentos propagandísticos.

Como continúa la escasez generalizada y el aparato productivo se ha reducido a su mínima expresión, en virtud de su progresiva estatización, el Ejecutivo enfiló sus baterías contra los comerciantes, los expuso al escarnio público, los tildó de usureros y los amenazó con el cierre, para que bajasen los precios de electrodomésticos y otros artículos suntuarios (¿por qué no actuará en ese mismo sentido para abaratar alimentos, medicinas, libros y otros bienes esenciales?) Esta blitzkrieg planificada con objetivos inmediatistas, que nunca fue planteada para corregir las distorsiones del mercado, sino para torear sus consecuencias con demagógicos capotazos de sesgo confiscatorio e impresionar con espejismos pasajeros a la galería, agarró desprevenido al ya asediado, insultado y perseguido sector comercio.

Algunos minoristas y detallistas avispados, después de acusar el golpe bajo propinado por los rojitos, demostraron una singular astucia y, viendo como la ocasión la pintaban de calva, se las ingeniaron para sacarle provecho, ofreciendo descuentos de hasta 70% sobre una mercancía a la cual, días antes, ya le habían quintuplicaron los precios. Saque usted las cuentas.

Tal despiporre propiciado por el gobierno mismo nos recuerda la película Fantasía (Walt Disney, 1940), en la cual Mickey Mouse oficia de aprendiz de brujo y, sin estar autorizado para practicar la hechicería, y en ausencia de su mentor, conjura a una escoba...

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