Un árbol de espinas

Una vez iba con Leandro Aristigueta por Lagunillas, y desde el carro vimos un in menso cardón, de cerca de 12 metros de altura y de impresionante frondosidad. Detuvimos el auto y nos acercamos bajo el inclemente sol a ver de cerca ese ejemplar inusual. Era un cardón de Lefaria Subpilocereus repandus, y me explicaba don Leandro que no había visto nunca uno de tal edad y porte. Él estaba emocionado; yo lo fotografié junto a aquel singular ejemplar tan especial como solitario... se erguía en un terreno desértico, cercano a la vía. A partir de ese momento, ini ciamos juntos gestiones para encontrar la forma de proteger ese árbol. Redactamos un borrador de ordenanza municipal de árboles monumento , hablamos con concejales de ese municipio y con medio mundo en esa zona de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo. Finalmente, luego de meses de reuniones, cartas y didácticas explicaciones que brindaba Aristigueta, logramos que aprobaran la ordenanza y la estrenaran declarando aquel cardón gigante Árbol Monumento del Municipio Lagunillas. El árbol resultó estar en las cercanías de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Lagunillas que acogió gustosa nuestra idea de que adoptaran al vetusto cardón y vigilaran su bienestar. El Instituto de Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo, Iclam, hizo una placa que se colocó a un lado del cardón, con su ficha de identificación y su pomposo título de Árbol Monumento; pusimos una pequeña cerca a su alrededor para delimitar su entorno, y realizamos un acto con escolares, vecinos, concejales, gente del Iclam, comerciantes y muchos que se acercaron ese día a celebrar, con Himno Nacional de por medio, esta inusual acción de amor hacia un cardón de espinas y a escuchar las palabras de don Leandro Aristigueta, que ese día agregaba otro árbol protegido a su largo historial. Algunos años después pasé a visitar al monumental cardón, que allí seguía erguido e imponente. En la Asociación de Comerciantes me contaron que con frecuencia venían grupos escolares, de la mano de maestras entusiastas, y a la sombra del cardón había actividades didácticas. Tanto así que la asociación había impreso un folleto sobre su botánico hijo adoptivo para repartir a los uniformados y bulliciosos escolares que, retando el calor y el sol, venían a visitar este árbol anciano. Leandro Aristigueta...

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