Un árbol que promete renacer

Jornaleros de la entrega, altruistas de la generosidad, Anzoátegui y Cara cas brindaron un partido que enseñó, como alguna vez le oímos decir a Daniel Nikolac, que el fútbol venezolano es menos malo de lo que parece. Entrega dos en furor, sin hacer caso a los teoremas estratégicos y jugando con anchas franjas al descampado, los vanguardistas del campeonato hicieron que mucha gente retomara la fe y sembrara un árbol que promete renacer. A veces pasan estas cosas: los jugadores del país se disponen a jugar, el fútbol llama al fútbol, y puede decirse, con el alma en alza, que ver partidos de esta categoría cada domingo en las canchas nacionales, sería todo un detalle. Se dio un duelo de arte puro: Rolando Escobar, tamborito panameño, la serpiente del canal que cuando se lo propone hace más de lo que de él se espera, ante Edgar Jiménez, el capitán por definición, el gran jefe del tumulto del medio campo, quien en la madurez de su sapiencia ordena, manda y ruge con los dientes apretados. Todas las cosas se desbordaron, el fútbol fue raudales de gusto, y casi nos olvidamos de recordar quién fue el ganador. Al final de cuentas, cuando se juega así ¿tiene eso alguna importancia? El fútbol es parvulario, juguete de niños en manos y pies de adultos, y esa esencia volvió desde los días de la infancia al estadio Antonio José de Sucre de Puerto La Cruz... Táchira y Lara están por estos días hundidos en el pozo de la desdicha. Por razones diferentes, pero, como en el canto de Rubén Blades, son dos tragedias iguales. Los desajustes de los amarillo y negro tienen que ver con los resultados, una contracorriente que la gente en San Cristóbal no acepta, no entiende. Habituados a vencer, a ser los primeros en los medios de comunicación, se ven ahora postergados, venidos a menos, perdidos en el laberinto oscuro del olvido...

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