Arde la ira de una heroína del descontento popular

Está disponible el último modelo de televisor de plasma, que es ya más plasma que televisor, pero si no existieran los censores de la dictadura del reality show, solo informaría sobre hambre y descontento. El Estado totalitario recurre al circo, aunque sin mucho pan ni rebajas navideñas, para contener el inminente aleteo del cambio. Militarización y lujo de mal gusto sostienen a la élite gobernante, cuyos miembros toman medicinas que inducen al vómito para seguir tragando comida. La represión ha llegado al punto sin retorno de las ejecuciones sumarias.La revolución, palabra quizás gastada, ha llegado a Los Juegos del Hambre y vuela sobre un doble símbolo: ave y mujer. En la primera película de la saga, estrenada en marzo de 2012, la heroína digna y provinciana, Katniss Everdeen, había empezado a convertirse en inspiración para la rebelión, pero no adquiría plena conciencia de ello. Por lo tanto, vista como obra unitaria, su desenlace dejaba un saldo de insatisfacción. En En llamas , la segunda de cuatro entregas, empiezan a desplazarse los mecanismos de relojería de los procesos históricos incontenibles. Hasta el fashion se hace subversivo.Los Juegos del Hambre, la competencia deportiva y opio para las masas en la que 24 adolescentes de Panem el futuro país disfuncional que alguna vez se llamó Estados Unidos son enviados a la muerte televisada, con una única excepción, celebra esta vez su edición número 75 y hay cambio de formato: los atletas entrenados para la traición y la aniquilación no serán, por un año, imberbes inexpertos, sino un equipo de los sueños con terroríficos ganadores de juegos anteriores. Entre ellos, la reciente campeona Katniss: la agenda oculta es supervisar y desactivar al símbolo.Valga decir que una...

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