De aromas, colores y sensaciones

Un viaje no necesita una razón, es autosuficiente. Creemos que nos embarcamos en un viaje y pronto es el viaje el que nos crea. Para este viajero cada detalle se convierte en un elemento pertinente a un sentimiento universal. Es una emoción estética su mirada, auténtica, antípoda del turismo, del vacacionista, de estos tiempos, leí hace varios años cuando visitaba la exposición de un fotógrafo italiano. Desde entonces, las frases gravitan en mi cabeza. Al día siguiente, frente a un plato de tortelli alle mandorle e profumo di limone me fas cinan las almendras y estaba en Roma comencé a observar las mesas a mi alrededor. A mi derecha una pareja de noruegos con un Berlitz Ordbok/Di zionario bebían dos cervezas y revisaban el mapa de la ciudad. A mi izquierda, franceses saboreaban vino rosado junto a Le Guide Vert, también con la carta desplegada. Recorrían el papel con el dedo y parecían decir: La tengo, la tengo, no la tengo, como si estuvieran coleccionando barajitas para llenar el álbum del viaje. Yo bebía una copa de vino tinto y leía una novela de un escritor venezolano. Bien pudiera haber estado en casa y no en la Città eterna... Durante un viaje, más que tachar la lista de los monumentos ineludibles, prefiero hallar, o mejor que me encuentre Âme extienda la manoÂ, ese detalle significativo, ese pequeño gesto de gran significancia que desearé compartir, contarle a un amigo, que quedará como huella imborrable mientras dure mi memoria. De aquella oportunidad, no sólo recuerdo el libro, compañero de travesía, por el que navegué junto al narrador en su barco, sino haber encontrado en mi caminar el Roseto Comunale. Un jardín de rosas con un cartel en la entrada que decía: Gracias a cruces repetidos, las rosas modernas han adquirido formas elegantes y un amplio espectro de colores. Sin embargo, han perdido algo de perfume, tanto que hay quien las ha definido como bellas sin alma. Entre las cuarenta mil a cincuenta mil variedades sólo pocas han mantenido esta importante cualidad: la fragancia. Contemplé a Ophelia, Intrigue, Fra Diavolo y Annabella. Grande Amore estaba sin flor. Impeccable tenía un botón, Lorca dos flores y dos botones. La más floreada de todas era Bur ma Star, en amarillo. Blue Girl despedía un aroma delicioso. Lo más placentero fue poder caminar sobre la grama, sentir las flores, tocarlas, disfrutar de su sensualidad. Concluí que de tener una hija le insistiría Âcon ahínco en que amara y cultivara la fragancia de su flor...

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