Arte industrial de la botella a la copa

Lo perfecto no resulta creíble. Los nuevos muebles, como las nuevas telas, lám paras y hasta cristalerías buscan singularizarse. Hace años que los productores de mesas y sillas exploran, como los fabricantes de automóviles, las posibilidades de customizar hacer según los requisitos del cliente sus productos. La diseñadora holandesa Hella Jongerius ideó para Ikea unos jarrones cerámicos de producción industrial que nacían diferenciados, deformados y señalados. Eran económicos y no había dos iguales. Ese detalle los convertía en únicos. El wabi sabi japonés, la be lleza de las cosas imperfectas, coge peso otra vez entre el mobiliario más sofisticado y la decoración más sencilla. Se trata de singularizar los objetos en un mundo globalizado; pero, más allá de romper la uniformización de los hogares, incita a elegir por encima de acumular, mientras trata de oponer resistencia a los precios desaforados de muchos objetos de producción industrial. Lo artesano remite al contac to con las personas, al cuidado del vidriero, el ceramista o el sastre. De la misma manera que en países como Brasil el diseño industrial es todavía un campo fuertemente artesa nal como lo fue el trabajo de los curtidores en España, en otros lugares se anhela el acabado artesano como marca de calidad en los productos. Tal vez por eso, buscando el cuidado individualizado, los diseñadores Ana Yago Valencia, 1973 y José Antonio Giménez Valencia, 1975 Âdirectores del estudio Sanserif Creatius han...

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