Los artefactos literarios imitan la posmodernidad

Como la vida contemporánea, abarrotada con estímulos de diversas fuentes, una forma retórica se impone, articulándose tanto con referentes literarios como con los que van más allá de la tradición escrita. Son artefactos literarios: novelas, ensayos o poemarios que beben de todas las influencias de la cultura contemporánea, desde las ideas expuestas por los libros que los precedieron hasta las teleseries de moda o artículos en la superautopista de la información. Desde hace más de un lustro se impone desde España esta forma de literatura experimental que hace de la lectura una experiencia multimedia. Puede situarse su origen en la novela de Agustín Fernández Mallo, Nocilla Dream, en la que tran sitan una serie de personajes marginales que viven en Estados Unidos, Pekín o Albacete y donde proliferan las referencias al cine independiente, al arte conceptual, a la arquitectura, a las nuevas tecnologías y, cómo no, a la literatura. A Fernández Mallo el forma to le permite desplegar de una manera convenientemente estetizada las diferentes relaciones entre diversos materiales que, en bruto, elabora su cerebro: El artefacto no es algo desordenado ni un collage, ni una simple yuxtaposición de materiales, sino que genera otro orden. Desde luego, el talento, el hallazgo reside en cómo crear las conexiones poéticas que enlacen las diferentes partes del artefacto. La sutileza de los enlaces, digamos. Aclara que se mantiene tra bajando sin proponerse hacer artefactos, a pesar de que en sus escritos suele haber un carácter de indefinición: No me planteo si lo que hago es un artefacto o no. Simplemente, se da la casualidad de que lo que me motiva para investigar las cosas desde un punto de vista poético suele tener ese carácter. Para Jorge Carrión, autor de Los muertos, donde el lector presencia desde la narrativa una teleserie y sus repercusiones críticas, todo libro tiene una dimensión de carácter artesanal que lo denota como construcción y recuerda la narrativa experimental de Julio Cortázar en sus libros collage, como La vuelta al día en 80 mundos y entre los libros híbridos, que mezclan los géneros y a menudo incorporan imágenes, mapas, despieces cita los de W. G. Sebald, Reif...

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