El Asad: ¿Y qué hago ahora?

Esto se debe preguntar a diario el tirano sirio. Si bien se discute mucho sobre las opciones que tienen las democracias del mundo para detener la matanza, menos se ha discutido sobre las opciones que le quedan a El Asad. Me lo imagino reflexionando sobre sus posibilidades mientras contempla dos fotografías del año pasado. La de su bella esposa Asma, en un elogioso reportaje que le hiciera la revista Vogue, y la del cadáver de Muamar el Gadafi. La primera le recuerda una vida y alternativas que ya no tiene y la segunda le ilustra sobre cuál podría ser su destino. La esperanza, simbolizada por el artículo de Vogue, de que El Asad pudiese reformar la brutal dictadura que heredó de su padre, ya no la tiene nadie. Los miles de inocentes que ha asesinado le cierran esa puerta. Pero si esta y otras se le han cerrado, ¿cuáles siguen abiertas? 1. Matar. El Asad puede seguir, como hasta ahora, matando a los insurrectos y a sus familias. Es lo que intentó Gadafi. Al libio lo paró la OTAN, pero el sirio sabe que las potencias occidentales no irán a la guerra contra su país. Y cada vez que le imponen nuevas sanciones, El Asad recrudece la matanza. Pero también sabe que la represión por sí sola no es la salida, que no la puede sostener indefinidamente, que demasiados países están armando y apoyando a los insurrectos que aumentan a diario y que, en cualquier momento, una importante fac ción de sus Fuerzas Armadas se le puede rebelar. China y Rusia, también. Matar, no basta. 2. Negociar. El problema es ¿con quién? La oposición es una cambiante amalgama de grupos no coordinados que lo único que tienen en común es su irrenunciable voluntad de derrocar a El Asad. La otra alternativa es negociar con los extranjeros: ONU, Liga Árabe, la Unión Europea, Estados Unidos... El Asad podría prometer, a cambio de la mediación internacional ¿enviar cascos azules?, una serie de reformas políticas que impliquen ceder parte del poder. Pero sería ingenuo suponer que los extranjeros le van a creer o que no le van a exigir fuertes garantías. Además, ni el propio El Asad se lo cree. Él sabe que entregar un poco de poder implica aumentar mucho la probabilidad de perderlo todo véase Hosni Mubarak. La terca negativa de Gadafi a hacer concesiones se basó en esta convicción sobre el poder. Pero, ¿se estará preguntando...

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