La Asamblea y los odios

El odio al igual que el miedo es libre. No hay normas que prohíban tan bajo sentimiento. En el ejercicio de la política practicarlo es mala consejera. Cuando se llega a ese deseo de producirle daño a quien se considera el enemigo y no el adversario estamos ante un eminente peligro. Forma parte como diría Josep Ramoneda del arsenal emotivo de un ser precario e inestable. Por lo general, el agresor verbal no lo percibe. Quienes los observamos nos damos cuenta.Por estos días políticos, en Ve nezuela la gente en la calle se asombra de escuchar discursos con gesticulación más allá de la emotividad de la pasión política, y más bien producto de la rabia. Violentas en su forma, que indican revancha o la amenaza y la represalia. Estas pueden convertirse en la antesala de acciones delictivas y por ello hay que observarlas con la debida ponderación.Los discursos encendidos de estos días en la Asamblea demuestran que el llamado a la civilidad está distante de la gran agenda política que Venezuela requiere para salir de esta crisis. La rabia lleva a la mentira constante, a las medias verdades, a las ganas de borrar la historia y a no reconocer ningún mérito del enemigo. Por ejemplo, el no reconocer que se es...

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