Asia: hostilidad entre titanes

Resulta incongruente para los observadores occidentales que las disputas geográficas entre China y Japón por un grupito de islas deshabitadas, ocupadas por Japón en los mares de Asia, estén causando tantas turbulencias en las relaciones entre los dos colosos asiáticos. Las manifestaciones en una docena de ciudades chinas, hace dos semanas, fueron muy contundentes en cuanto a exteriorizar el más cáustico rechazo chino hacia los japoneses. Estos respondieron a la batalla verbal retirando a su embajador en Pekín. La historia muestra que Japón se apropió de las islas Senkaku al inicio de sus peripecias nacionalistas en 1895 por considerar que ellas no estaban bajo la influencia de ningún Estado. China, por su lado, argumenta que las islas denominadas por ellos Diaoyus, aparecen en sus mapas desde el siglo XVI. Así pues, la causa de los altercados existe, pero es la expresión de un fenómeno de mayor trascendencia que la soberanía sobre los islotes. En el trasfondo lo que hay es la expresión de un odio visceral inoculado en la ciudadanía china en contra de los nacionales del Sol Naciente y la respuesta no menos intensa que tal animadversión provoca hoy en los japoneses. La desconfianza mutua tiene raíces históricas que con cualquier chispa vuelve a aflorar y está fuertemente incrustada en el alma nacionalista china, una arista de personalidad con mayor arraigo porque forma parte de su bien estructurada cultura y tradición. No hay duda de que los chinos sienten una marcada antipatía por Estados Unidos, pero mientras este sentimiento se relaciona más con hechos concretos de las relaciones contemporáneas y se renueva constantemente por hechos...

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