Atormentado por la lucidez del insomnio

Aguijoneado por el trasnocho, agobiado por las ingentes preocu paciones, atormentado por la lucidez del insomnio Borges, César Farías no puede descansar. ¿Descansar?, este tal vez sea un vocablo poco conocido para este hombre, dedicado por entero a los avatares de la selección nacional. Le da vueltas en la cabeza a las cosas, y las madura, no tanto como el coco que dura veinte años en dar frutos, pero sí con la calma de la maceración en las fórmulas de los alquimistas. Me gustó el equipo que jugó en Japón, dice, y se adentra en el orgullo futbolístico de los hombres que no estuvieron. No, no se trata de tipos pequeños; se trata de los duros, de esos que en la intimidad se jactan, cómo no, de ser indispensables. No me hacen falta, parece decir Farías al decir lo que dijo, y Juan Arango, Salomón Rondón, Renny Vega, César González se dan por aludidos. Es con ellos, con aquellos que tomaron con displicencia el llamado a oriente. Y Farías, que suele ser fiel a sus convicciones, sabe que los tendrá que llamar para vérselas con Perú y Paraguay, pero también sabe que el huracán de los días recientes presentará una cuenta por pagar, y que tal vez ya nada será igual. ¿De qué argumentos se valdrá para que la herida no sea la herida?... ¿Qué habrá pasado por la cabeza de Arango, Rondón, Vega, González? ¿Habrán llegado a pensar que su status es de pop rocks, de figuras indiscutibles, de astros del firmamento los libra de los males de este mundo? ¿Que ya pueden librarse de los partidos amistosos porque ellos sólo están para el gran día? Nadie lo sabe, porque si la Biblia dice que se ven las caras pero nunca el corazón, así habrá de ser. Tal vez, quién dice que no, nada de esto será parte de sus pensamientos; que estos jugadores han sido tomados por asalto impensado por la actitud...

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