Ausencia de palabras

Un silencio de sepulcro ha sido la tónica con que nuestro Presidente ha recibido dos he chos políticos de enorme impacto para los vecinos colombianos. Dos circunstancias de superlativa trascendencia en las últimas semanas han sido recibidas en tierra neogranadina con un entusiasmo particular, mientras que en esta orilla del Arauca han sido tratadas con evidente pero elocuente desdén. Una es la inyección de optimis mo que invadió al gobierno de Juan Manuel Santos por la materialización de su Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos tras su aprobación en el Congreso estadounidense; una fenomenal noticia que fue vitoreada por el jefe del Estado colombiano y celebrado por el país entero. Vale la pena traer a la memoria que cuando a Álvaro Uribe le tocó anunciar la firma, en mayo de 2006, del ese mismo TLC, Hugo Chávez impetuosamente se retiró de la CAN en un gesto de merecida retaliación. Las palabras del comandante no pudieron ser más erosivas: Venezuela se retira de la CAN. La Comunidad Andina no tiene sentido. Está muerta. Le sirve a las élites, a las transnacionales, pero no le sirve a los indios, a los negros, a los blancos o a los pobres. Otro reciente capítulo, un destacado triunfo mi litar a favor de la paz colombiana, también fue desdeñado por el jefe de la revolución venezolana, mientras que no sólo Colombia sino el mundo entero se alborozaba con el éxito de la operación Odiseo, que desactivó a Alfonso Cano, cabecilla estratégico de las FARC. Desde este lado de la frontera...

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