Ayuda impuntual

Es usual por recurrente, utilizar la imagen del hundimiento del Titanic como ilustra ción de desastres que la prepotencia provoca. La negligencia, la desesperación y la estupidez, son junto con la arrogancia conductas que surgieron en momentos de cobardía inmovilizadora y heroísmo inspirador.Evocar esta memoria para es clarecer el fatídico momento histórico que vive Venezuela, no da sufi cientes luces, pero no es exagerada.Esa soberbia nave represen tó el poder ante la fuerza de los océanos. Así, igual que la altivez del Titanic, Venezuela vivió petulante y altanera el poder de otrora, su gobierno jamás estuvo dispuesto a dar cuartel, conceder posiciones por considerarse sin fundamento real, como único en el concierto de naciones iberoamericanas y del Caribe.Éramos el espejo de la engreí da nave hasta que tropezamos con obstáculos y nos dimos cuenta que ni estábamos preparados, ni dispuestos a sacrifi carnos y superar los impedimentos que encontráramos en el océano de la historia real.Hoy crujen nuestras estructuras sociales como crujió el casco del barco al chocar con el iceberg. Como respuesta a su deplorable manejo, la economía en sus vertientes, como la infl ación, el desabastecimiento, el desempleo, el endeudamiento y la insolvencia, causa profundas grietas y fracturas en nuestra sociedad.La ruta del dolor, ese idílico y fantasioso camino que tapizan con adoquines de mentiras y fracasos los predicadores del socialismo, tiene por único derrotero el abismo, destino al que llegamos con cantos de sirena, el odio abonado, y música que embelesa y distrae...

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