Pequeños ayudantes

Asumirlo sin remordimientos no es fácil para todos. Muchos padres se niegan a asignarles tareas hogareñas a los niños bajo la premisa de que no tienen la madurez necesaria para desempeñarlas correctamente, o piensan que asignarles una tarea de ese tipo sería explotarlos o robarles su infancia. Los expertos disienten y sostienen que en muchos casos los padres subestiman las capacidades de sus hijos, pues a fin de cuentas, un pequeño que pasa horas jugando con un Playstation puede aprender a programar una lavadora sin mayor trauma. "Que un niño ponga la mesa o esté pendiente de ponerle agua a su perrito no le quita nada", opina la psicóloga infantil Gladys García. "Si se administran bien, las tareas de la casa pueden favorecer la autoestima, independencia, sentido de la responsabilidad, solidaridad y seguridad en sí mismos. En principio, a cualquier niño le encanta participar en lo que sea que un adulto esté haciendo y sentir que su ayuda es importante y agradecida". La pediatra y especialista en desarrollo infantil Tamara Salmen coincide; señala que un niño de 3 ó 4 años puede empezar a colaborar manteniendo en orden su propio cuarto al recoger su ropa o sus juguetes. Uno de 5 ó 6 años ya puede ayudar limpiando con un trapo húmedo, aspirando una alfombra, ayudando a poner la mesa, preparando sándwiches, limpiando sus zapatos o regando las matas. Los niños en edad escolar pueden ir asumiendo tareas cada vez más complejas, como fregar los platos, barrer, ayudar a cargar la lavadora, sacar la basura u ocuparse cada vez más del cuidado de su mascota.

Voluntarios motivados. Según las expertas, el éxito de la misión tiene mucho que ver con la forma en la que los padres asumen sus propias obligaciones domésticas: si la actitud es positiva, lo más probable es que los niños la copien. ¿Cuándo se resisten a colaborar? García explica que los padres pueden tener problemas en la implantación de tareas cuando éstas son muy complejas para la edad del niño, ya que le producen frustración porque lo hacen sentir incompetente. Otros adultos, bien por impaciencia o por perfeccionismo, relevan constantemente al pequeño en la ejecución del oficio asignado para que las cosas queden mejor hechas o en menor tiempo. "En realidad no importa que esos primeros platos que el niño lavó no queden impecables, sino reconocerle ese esfuerzo; si el propio niño está inconforme con el resultado, hay que ayudarlo a que no se frustre y explicarle que poco a poco va a ir...

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