Ayudar a ayudarse

Arañas que tejen

Hace seis años, Helena Marcotulli le contó a una periodista acerca del tejido como terapia, y ese compartir se convirtió en una reseña publicada en una edición de Todo en Domingo. "Ella colocó mi teléfono, y ese día no paró de sonar con consultas sobre las clases gratuitas que yo impartía. Tuve que llamar a una amiga maestra para que me prestara un salón de escuela. En un mes, fueron 300 personas", dice la comunicadora de sonrisa constante y brillo contagioso. "Fui y tuve que sentarme en el suelo del gentío. Ya sabía tejer, pero me encantaba la idea de no hacerlo en solitario", cuenta Isbelia Vásquez, miembro de honor de la fundación Talleres Artesanales Arañas de Venezuela, creada por Marcotulli, Gabriela Wilson y María de las Casas, como un esfuerzo por promover las labores de aguja e hilo. "Hoy en día existen dos ejes centrales de producción: en el barrio El Limón, en Catia, y en Petare", explica Marcotulli del proyecto/filosofía social que se sostiene y multiplica sobre el impacto que cada araña ocasione en su comunidad. "Por la casa, les enseñé a varias amigas que ahora me apoyan en la producción de paños de macramé", describe Isabel Villarroel, una mujer amable que dejó su trabajo en una fábrica para sustentarse con esta actividad. "El núcleo familiar de estas mujeres se transforma. Ya no deben pagar transporte, guardería ni comida en la calle, porque producen desde casa", detalla Marcotulli. Desde la fundación, se costean los materiales y la mano de obra incluso antes de vender las líneas de ropa para bebés y hogar (pronto disponibles en un portal web). "Es una fórmula de hacer proyectos de estilo, con diseño no tradicional; darle un cuerpo comercial de la mano con el altruismo", dice sobre este proyecto nómada, poderoso y viral. Los días 17 de noviembre y 15 de diciembre, entre 10:00 am y 12:30 pm, realizarán una jornada de tejido en la plaza Bolívar de Chacao. Más información en: www.talleresartesanales.blogspot.com.

A la orden de Guadalupe

Linda Suárez era una chiquilla de cuatro años cuando arribó a los cuidados de la Casa Hogar del Oratorio Musical Nuestra Señora de Guadalupe. No imaginaría entonces que, ya de adulta, viajaría a Roma para tocar el piano ante el Papa Juan Pablo II y los embajadores latinoamericanos acreditados en la ciudad. Este evento memorable ocurrió gracias a un proyecto llamado "Unión América" que impulsó Roberto Mora, un profesor de música que hace 41 años convirtió una preocupación en...

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