Bailarines y académicos

La educación universitaria en danza en Venezuela tiene una data de 15 años. La posibilidad de formar académicamente a un bailarín, un coreógrafo, un maestro y hasta un gestor era algo impensable en el país anterior a ese tiempo, aunque los estudios superiores correspondientes fueran una realidad en algunos contextos de América Latina desde varias décadas atrás. La tradición establecía que un artista de la danza debía educarse con rigor, aunque necesariamente en el ámbito informal. Los procesos de formación, creación y organización no veían la universidad como un espacio necesario. Se partía de la realidad de que los grandes creadores habían provenido siempre de escuelas e institutos sin rango académico. El proyecto de creación de la primera licenciatura en danza contó con el escepticismo de una parte impor tante de los hacedores de esta disciplina en el medio venezolano. Cierta reserva hacia lo desconocido y una valoración en todo caso insuficiente de la danza escénica como área susceptible de estudio a niveles superiores formales motivaron estos resquemores iniciales. La puesta en marcha de esta carrera convocó progresivamente a un número significativo de los más destacados intérpretes, creadores y docentes de la danza nacional, que fueron integrando sus cuadros profesorales, permitiendo que la configuración y el desarrollo de esos estudios se cumplieran dentro de las exigencias de la academia, pero también desde las específicas realidades de esta expresión escénica. Los estudios superiores en danza representan una alternativa de formación dentro de postulados universales académicos que propenden su especialización, fomentan su investigación y profundizan sus vinculaciones con otros saberes y manifestaciones, al tiempo que propician un...

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