Bajo protesta

El debate sobre las irregularidades electorales del régimen, amablemente consentidas y/o ejecu tadas con maldad por el CNE en los comicios del pasado 7 de octubre, ha colocado a los electores de oposición en una angustiosa encrucijada. ¿Vale la pena votar en las elecciones regionales del 16 de diciembre a pesar de las condiciones adversas que una vez más contaminarán el derecho de los venezolanos de elegir en libertad, o es preferible abstenerse, a pesar de lo contraproducente que resulta a estas alturas del juego dejarles el camino completamente libre de obstáculos a Hugo Chávez y al PSUV? Lo cierto es que, nos agrade o no, el 16 de diciembre la única opción es votar. Sin duda, con el famoso pañuelo betancouriano en la nariz. El simple y democrático acto de votar se ha convertido en Venezuela en un problema capital. O peor aún, las circunstancias han logrado que actualmente sea para los venezolanos un ejercicio desde todo punto de vista nauseabundo. Una suerte de maldición gitana a la que nos ha condenado el destino, pero ante la cual, sin embargo, quizá ahora nos convenga, más que nunca, actuar. Desde mi punto de vista, la disyuntiva entre votar o abstenerse ha dejado de existir. Entre otras razones, gracias a los leves cambios cualitativos que comienzan a percibirse en el seno de la MUD como resultado de la indignación de los electores y, sobre todo, del papel asumido por dirigentes de la vieja política, como viene haciendo sistemáticamente, desde hace algunas semanas, el alcalde Antonio Ledezma. Sin la menor duda, se trata de una nueva etapa del proceso. Y en ese marco, la consigna ya no es simplemente votar en plan de mansos corderos, tal como se hizo hasta las elecciones del 7 de octubre, sino votar bajo protesta. Una protesta al principio indefinida pero que el pasado jueves se convirtió en señal de que las cosas en el reino de Dinamarca puede que estén empezando a cambiar. Este jueves, en San Cristóbal, Le dezma le proporcionó finalmente un contenido muy concreto a su llamado al voto bajo protesta, protesta que dejó entonces de ser sólo retórica, y de pronto se hizo otra cosa. Por primera vez, y desde la propia cúpula de la MUD, corazón formal de la dirigencia opositora, Ledezma planteó la necesidad de portarse mal y aterrizar en el terreno de la desobediencia civil. Una muy válida exhortación a darle un No rotundo al CNE como única práctica política posible ante...

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