El barrio también es ciudad

Para algunos, San Miguel no es un barrio, es sólo un sector, un apéndice de Campo Rico. Pero desde la capilla San Juan Evangelista, que corona la loma en la cual se ha ido montando, se siente cierto sabor y pertenencia, y les da la razón a quienes dicen que Campo Rico, la calle El Polvorín, comienza justo después de la capilla. Ese corte tan abrupto de territorios y opiniones quizás tenga que ver con la presencia de la iglesia y su obra social. O quizás con el juego topográfico que abre en ese punto un extraordinario mirador desde donde se puede contemplar flotando la ciudad formal Palo Verde y Lomas del Ávila entre el paisaje de barriadas petareñas. Pero también porque desde allí la relación de flujos sociales y peatonales es en bajada por la calle San Miguel. En las inclinadas pendien tes donde se han montado los barrios caraqueños esos accidentes geográficos explanadas, subidas o bajadas sobre los que se organiza la comunidad y las viviendas terminan muchas veces adquiriendo identidad propia e independizándose del lugar que los vio nacer. La San Miguel es, incluso de bajada, un reto fuerte para un caminante cansa imaginarla de subida. Sólo en un par de tramos se suaviza, cerca de la Y, como dicen los vecinos y sobre la escuela Rómulo Gallegos. De resto son declives parejos. De ella surgen un montón de calles y callejones que se distribuyen en hondonadas y cuestas, que dejan claro lo duro de la topografía. Las viviendas con mayor precariedad están hacia arriba...

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