La batalla interior

El combate mayor, el que decidirá y seguramente adelantará el final de la era chavista, no va a ocurrir, como soñaba aquel, entre los marines que invaden el suelo de la patria lanzándose desde espectaculares helicópteros y los 2 millones de heroicos obreros armados con los que dice contar Maduro para la defensa de la soberanía.Tampoco, como delira in tencional y cínicamente José Vicente Rangel, entre los F-16 que la Fuerza Aérea venezolana exhibe ruidosamente en cada desfile militar y los veinte o más aviones de combate con los que se supone cuenta la oposición venezolana en suelo colombiano, desde donde despegarán conducidos por paramilitares asesinos, bajo el mando de Uribe y el apoyo de Santos, a derrocar el gobierno ilegítimo del comandante en jefe Nicolás Maduro.El combate duro será el que se produzca, o para decirlo con mayor precisión, el que ya ha comenzado, entre las distintas tendencias, frentes y grupos de interés que pegados con el cemento ideológico de la aucto ritas del jefe único habían convivido sin guerras internas de mayores consecuencias en el seno del proyecto rojo.La guerra ya comenzó y es inevitable que así ocurra. No bastarán los llamados a la unidad para salvar la autodenominada revolución de lo que sus conductores llaman los enemigos. Y no bastará porque lo que va quedando claro es que para algunos sectores del chavismo lo que se venía haciendo hasta ahora estaba bien: condenar el capitalismo pero sin abandonarlo. Mientras que para otros, los más comunistas pro cubanos, lo que se venía haciendo hasta ahora eran meros escarceos, adelantos tácticos, amagos y simulacros, mientras se creaban las condiciones necesarias para lanzar el ataque final, el asalto al Palacio de Invierno, que asestará el golpe mortal al asqueroso y humillante sistema capitalista que catorce años después de la toma del poder por vía electoral aún campea en Venezuela.Esa es la convicción. Basta escuchar las intervenciones de Mario Silva en una radio llamada Makunaima Kariña; leer las reflexiones de un predicador rojo llamado Toby Valderrama en la columna El Maíz, publicada...

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