Qué bello es compartir en familia

Lo que podría haber sido un feliz fin de año se convirtió en una pesadilla aliñada con un ca lor infernal, un zancudero loco y un corte de luz, cortesía de estos comunistas ineptos.Todo empezó cuando alquilé una cabañita en el litoral central, en Chuspa. Llegué con mi esposa, sus dos hijos, mi hijo y un hijo de ambos.Los hijos adolescentes de ella, Dios me perdone, provoca matarlos. Sin embargo, se portaron bien ya que pasaban el día idiotizados con unos celulares que les regalé para que no molestaran. Mientras, yo fingía ser feliz con mis verdaderos hijos de 8 y 6 años: construí castillos, me dejé enterrar hasta el cuello con arena y se me metió un bicho en el oído. ¡Dios! Soñaba estar echaote en Margarita, tomando whisky con agua de coco, comiendo tequeños y viendo mujeres en hilo.Preferí ser buen padre y jugar con los niños que discutir con la cuaima de mi esposa, quien por cierto andaba arrechísima porque quería ir a Mérida en mi carro y con ese gentío, pero qué va, con el problema de la gasolina en Venezuela, ¡ni de vaina! Como si fuera poco, sin avisar, se presentó mi ex suegra con dos hijastros de mi matrimonio anterior, acompañada por dos cuñados ilegítimos ya que no nacieron del matrimonio en el que procrearon a la novia de mi hijastro.Cada uno trajo a su novia. Una de ellas era mucho mayor que uno de los muchachos y vino con sus tres hijos adolescentes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR