Bendita sea la tirria

Yo pecador, confieso ante Dios Todopoderoso y ante todos ustedes que he peca do, peco y pecaré mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, con todo mi corazón, ya que no ceso de rogar para que la llama del rencor no se me apague; hasta hacer que la justicia algún día se cumpla sobre este territo rio yermo que alguna vez fue una tierra de gracia.Igual les manifiesto que no tengo culpas, ni las siento ni las pienso, puesto que me declaro incapaz de seguir siendo un cristiano, ni un católico ni un perro con lombrices, para dedicarme a conceder un perdón que no merece esta cuadrilla desastrada y harapienta que manda en Venezuela.Ruego de manera fervoro sa, persistente e impertinente para que la justicia divina, aunque preferiría la terrenal, se cumpla a carta cabal en cada uno de ellos. Imploro a los vientos e invoco las calamidades que han sido derramadas sobre nosotros para que con similar tenor se ceben sobre ellos.Me niego a poner la otra mejilla, porque estos infelices, tantos los rojos como sus opuestos, ya nos las han arrancado, hasta dejarnos en el hueso vivo. Estamos en el punto de que al llegar a las puertas del cielo, primero estamos nosotros que perdonar el rojo desmadre: es un tema de mera sobrevivencia. No logro concebir el reposo hasta no haber conseguido que sean saldadas sus culpas una por una. No me imagino conceder el sosiego de la compasión...

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