En la Bienal de Venecia se premió a la anarqui-tectura

Hay un viejo refrán que reza lo siguiente: la necesidad agudiza el ingenio, y este refrán se hizo ganador de un León de Oro que le otorgó el jurado de la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia. No lo ganaron los arquitectos venezolanos, ingleses o suizos. No lo ganaron los vivos del Think-Tank, ni los propios invasores de un edificio de oficinas no terminado pero no abandonado, ni lo ganaron los ideólogos del siglo XXI antes de Cristo. La penuria, la carencia, la indigencia, la pobreza, la escasez, la miseria y otras desgracias semejantes Âque reúno en la palabra del refrán: la necesidad son el verdadero ganador de ese premio. En otras palabras, ganó una de las prácticas más antiguas de la humanidad que siempre, en todas las épocas y en todos los lugares, agudizaron el ingenio para vivir mejor cuando las condiciones adversas lo exigían. Desde el hombre de las cavernas hasta el hombre de hoy, los que no lograron levantar cabeza, los marginados, los olvidados y los que perdieron todo en cualquiera de las tragedias naturales o humanas, acuden a su ingenio para solucionar su supervivencia. La necesidad agudiza el ingenio y el ingenio encuentra miles de soluciones. En el caso de la Torre de David, ubicada en la avenida Urdaneta de Caracas, se optó primero por la invasión, luego el ingenio buscó y encontró soluciones para hacer más fáciles y vivibles los espacios en un edificio sin agua, sin electricidad, sin ascensores y sin los servicios elementales. La ocupación o invasión fue una decisión a lo macho: me meto aquí porque no tengo a dónde ir. Una determinación ilegal si se quiere, pero justificable cuando un gobierno multimillonario promete y no cumple. Hechos semejantes se han dado y siguen dándose en varios lugares del mundo y no tienen nada de novedosos. Hasta aquí he explicado una acción de necesidad familiar incuestionable y hasta comprensible. Pero lo inhumano en casos se mejantes se evidencia y se desenmascara con el cinismo de los aprovechadores de oficio tan claramente señalados en las declaraciones de Oscar Tenreiro. ¡Son los mercaderes de siempre, los buscadores de papeles protagónicos, los oportunistas dota dos de un repudiable servilismo y los que buscan -y encuentranun pedestal para exhibirse! Son los que declaran a la prensa: Cómo se dio esa ocupación ya no nos concierne. ¿Qué hacer ahora con los que están ahí? Eso sí nos importa. ¡Qué preocupación tan falsa! ¡Qué farsa tan difícil de tragar! ¿Por qué ese grupo tan...

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