Al borde de una crisis política y social

El jueves 8 de noviembre en la noche Cristina Kirchner oyó el ruido infernal de las cacerolas. Mandó a algunos funcionarios a elaborar una respuesta política posible. La encontró cuando alguien le aconsejó olvidarse de los reclamos concretos y encasillar el enorme fenómeno social en los estrechos límites de la ideología. Los caceroleros son la derecha que derrocó a Perón en 1955, la reacción que se resiste a la gesta progresista y revolucionaria del kirchnerismo. Descubrió con esas antiguallas políticas un discurso efectista para el día después; pero se alejó de una solución probable y se acercó peligrosamente a una crisis política constante. Cristina prefirió los conse jos del cristinismo. Ningún peronista fue consultado. El peronismo se aleja, temeroso, como siempre, de la calle sublevada. Un solo párrafo presidencial, notificando que el mensaje llegó, hubiera bastado para descomprimir la rebeldía social. Nada, ni eso. Cristina consideró memorable el 8-N por cosas que no sucedieron en su país. ¿Y los cientos de miles de argentinos que pasearon aquí su indignación? Gente desagradecida. La democracia existe en Argentina, no hay autoritarismos a la vista. ¿Acaso los manifestantes no se adueñaron de las calles? Las cacerolas desmienten a las cacerolas. Punto. ¿Qué quieren los cacerole ros? No se los entiende. ¿Dónde hay un programa? No hay programa. Es inútil que hayan salido de sus casas para decir algo que nadie pudo comprender. ¿Para qué salieron, entonces? Ningún funcionario quiso hacer de traductor ante los oídos presidenciales. La inseguridad, la inflación, la corrupción, el reclamo de una justicia independiente y eficaz, el No a la re-reelección, el fin de las prácticas autoritarias y un masivo respaldo a la libertad de expresión y a todas las libertades. El temario no es tan enrevesado. No es de izquierda ni de derecha. Son problemas que afligirían a cualquier sociedad. Hay, sí, obstáculos para re conocerlos. Algunos problemas tienen soluciones difíciles, largas e impopulares, que el Gobierno no quiere encarar. Cristina Kirchner es la presidenta que por primera vez en la historia lidera un tercer mandato peronista. Ni a Perón ni a Menem les tocó el turno de pagar sus propios derroches. Otros debieron hacerlo por ellos. Cristina se resiste a esa ingrata misión que le deparó la...

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