Breve historia del Libro rojo

1936 fue uno de los grandes años de la historia venezolana. Lo precedieron 35 años de dicta dura andina, bajo los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Aun cuando se prestó a divergencias, la afirmación de Mariano Picón Salas de que Venezuela había ingresado al siglo XX con 35 años de retraso no carecía de cierto fundamento. 1936 se consagró por la ri queza del debate político, por la decisión popular de no darles tregua a los remanentes del antiguo régimen y por avanzar hacia la democracia, en medio de enormes dificultades. Una de las armas más efectistas para reprimir a los sectores democráticos fue el fantasma del comunismo. Acusar de comunista a un joven político no implicaba sólo sacarlo del juego, sino también sentenciarlo al castigo. El comunismo como pro paganda había sido prohibido por la Constitución de 1931, la última del general Gómez. Pero en la reforma constitucional del 36, aquella prohibición tomó características mucho más severas y se convirtió en un instrumento discrecional de represión e intolerancia. De modo que los traidores a la patria ahora podían ser castigados con el destierro por el término de un año, lo que, en el fondo, equivalía a la inhabilitación política. La presencia en el país de quienes profe saran la tal doctrina era una amenaza para el Estado, la religión y la familia. En agosto, el co tarro político fue sacudido por la noticia de la aparición de un libro sin pie de imprenta titulado La verdad de las actividades comunistas en Venezuela, inme diatamente identificado como Libro rojo. El editor resultó ser el Servicio Secreto de Investigaciones, o sea, la policía política del régimen. Había sido impreso de manera impecable en la Litografía del Comercio de don Pío Schlageter. Unos periódicos se escandalizaron, otros se regocijaron. El semanario Fantoches lo consideró biblia de la infamia, en tanto el diario La Esfera lo reprodujo en entregas sucesivas respaldando su contenido con notas editoriales que pintaban Venezuela como un país al borde del abismo. Nadie escapó entre los sec tores democráticos de cargar con el sambenito, en especial aquellos que habían regresado al país a la muerte de Gómez. Pero, ¿de qué trataba en última instancia aquel extraño y temible libro que mostraba las fotos de los denunciados? Su fuente principal fueron los papeles de los jóvenes del 28 exiliados en Barranquilla. Estaban a cargo de Raúl Leoni, quien los puso a buen recaudo en el Palace Hotel en el momento de...

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