Britten literario

Se trata de un ejemplo más de cuánto debe la creación musical a la lite ratura o, mejor, de cuánto se deben en relación de bien pensadas armonías y de bien logrados argumentos la literatura y la músi ca. Ganadoras ambas, han permitido hacer prosperar y crecer las mejores realizaciones y los más grandes monumentos. Hoy, la referencia buscará asirse a la materia literaria que anida y anima la gestión musicalizadora; un rol de fertilidad que nada tiene que ver con sumisiones o con segundas creaciones. El azar de la escogencia la selección como destino señala a Benjamin Britten, un hito reconocido de la música del siglo XX; nuestra música. El empeño no quiere aquí hurgar en simientes poéticas en la hechura del discurso, sino referenciar la cualidad de la estirpe literaria en el ejercicio del oficiante. Más claro, la pretensión de ex plicar esta música desde la espiritualidad del hecho literario no es posible por los momentos. El intento abre apenas un espacio de solaz para congeniar lo uno con lo otro. El recuento se impone de una vez. Como Elgar y desde el país de su idolatrado Purcell, ha querido escribir canciones amparándose en la mejor poesía de todo tiempo a ratos, universal; siempre, inglesa. Lo confirman, con sobrados encantos, Las ilu minaciones, sobre textos de Rimbaud; la Serenata para tenor, corno y cuerdas, con poemas de Tennyson, Blake, Jonson y Keats; y el Noctur no para tenor, siete instru mentos obligados y cuerdas, con palabras de Shelley, Coleridge, Wordsworth y Shakespeare. Con carácter vocal más orgánico aún, se presentan los Sonetos sa grados de John Donne y las Canciones y proverbios de William Blake; viaje literario desde la magia formal del conceptismo hasta...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR